94 millones de dólares cada punto al alza del Ibex, dólar o punto más o menos. Esa es la cuenta que da de dividir los 200.100.000.000 de US$ que ha inyectado la Fed al sistema financiero, entre el número de puntos que ha subido el Ibex desde el mínimo de la sesión del 10 de febrero hasta los 14.074 puntos del cierre de ayer. La pregunta es, después de tal inyección de dinero, ha cambiado algo? Veamos algunos precios de referencia al cierre de hoy: Pérdidas en los principales índices estadounidenses (Dow Jones: -0,68%; S&P 500: -0,45%; Nasdaq: -0,31%), tras otro cierre máximo, el futuro del crudo West Texas subió hasta los $120,21, el euribor en máximos, el euro se encuentra en máximos en torno a los 1,5546 dólares y el oro, tradicional valor refugio, continúa en torno a los 985 dólares la onza. Como guinda de la torta, el futuro del bund dando vueltas en torno a los 113 puntos.
Los primeros comentarios, luego de la iniciales euforias del mercado posteriores a las primeras inyecciones de liquidez, parecían no muy optimistas: “Es más como una aspirina para el dólar que un remedio para la economía”, a decir de los analistas de Merrill Lynch en su página de internet.
¿Pero cual es el problema real, que a pesar de semejante inyección de dinero los mercados, fuera de la euforia inicial, vuelven al pesimismo previo? Trataremos de explicarlo brevemente.
Desde diciembre la Reserva inició un programa de inyecciones de dinero con una dosis de 40.000 millones de dólares, agregó 60.000 millones de dólares en enero y una suma similar en febrero, y más de 140.000 millones de dólares durante marzo, abril y lo que va de mayo. Si se suman los 100.000 millones de dólares en préstamos a los corredores primarios en el mercado de bonos y los intercambios monetarios con bancos centrales europeos, la Reserva ha comprometido ya más de la mitad de su portafolio de títulos y préstamos de 832.000 millones de dólares.
¿Por qué está la Fed empeñada en inyectar tanto dinero?
Los bancos y demás entes financieros, tienen una gran cantidad de créditos (hipotecarios, pero también no hipotecarios) que forman parte de sus activos. Al subir las tasas de interés y dado que se habían otorgado una gran cantidad de créditos de alto riesgo (dados a personas y empresas con una capacidad de pago no acorde al préstamo que se les otorgó (subprime)), comenzó un proceso de impagos.
Los primeros comentarios, luego de la iniciales euforias del mercado posteriores a las primeras inyecciones de liquidez, parecían no muy optimistas: “Es más como una aspirina para el dólar que un remedio para la economía”, a decir de los analistas de Merrill Lynch en su página de internet.
¿Pero cual es el problema real, que a pesar de semejante inyección de dinero los mercados, fuera de la euforia inicial, vuelven al pesimismo previo? Trataremos de explicarlo brevemente.
Desde diciembre la Reserva inició un programa de inyecciones de dinero con una dosis de 40.000 millones de dólares, agregó 60.000 millones de dólares en enero y una suma similar en febrero, y más de 140.000 millones de dólares durante marzo, abril y lo que va de mayo. Si se suman los 100.000 millones de dólares en préstamos a los corredores primarios en el mercado de bonos y los intercambios monetarios con bancos centrales europeos, la Reserva ha comprometido ya más de la mitad de su portafolio de títulos y préstamos de 832.000 millones de dólares.
¿Por qué está la Fed empeñada en inyectar tanto dinero?
Los bancos y demás entes financieros, tienen una gran cantidad de créditos (hipotecarios, pero también no hipotecarios) que forman parte de sus activos. Al subir las tasas de interés y dado que se habían otorgado una gran cantidad de créditos de alto riesgo (dados a personas y empresas con una capacidad de pago no acorde al préstamo que se les otorgó (subprime)), comenzó un proceso de impagos.
Cuando los bancos van a ejecutar las garantías de tales préstamos, se dan cuenta de que los activos que las garantizan no cubren el monto de las deudas correspondientes y aquellos que titularizaron estos créditos y los garantizaron con aseguradoras (monolines), para poder transferir el riesgo a otras instituciones, se percatan de que el valor que se dió a tales títulos no corresponde con su valor real y de que, si se van a ejecutar, las referidas aseguradoras no van a poder hacer frente a una cadena consecutiva de ejecuciones.
Queda un solo cuadro posible: una reducción sensible de los activos de las instituciones financieras. Qué ocurre cuando los activos de cualquier empresa se reducen drasticamente? Que puede suceder que sus pasivos sobrepasen a sus activos. Y ¿Qué ocurre cuando los pasivos de una empresa sobrepasan a sus activos? Sólo dos cosas: a) auxilios financieros (lo que está haciendo la Fed en conjunto con los Bancos Centrales del G-10) o b) cesación de pagos o quiebra.
Pero no estamos hablando de una empresa cualquiera, no estamos hablando de que el ultramarinos de la esquina cerró. Estamos hablando de los principales y más importantes entes financieros del mundo, en los que de manera directa e indirecta millones de personas tienen los ahorros de su vida y los fondos de su jubilación, cuya caída, cierre e incluso rumores de iliquidez pueden hacer tambalear el mismísimo sistema económico actual. Y no hablar de las consecuencias sociales que todos estos hechos pueden generar, lo cual, más que un reportillo aparte, daría casi para un ensayo.
Ante esta minucia, entendemos la desesperación de la Fed y de los principales Bancos Centrales y vemos como el temor a la inflación, que se quiera o no tal inyección de liquidez y la reducción de tipos va a generar, pasan a segundo término.
Con las tasas de interés en descenso y la maquina de imprimir dólares produciendo los cientos de miles de millones de dólares que las autoridades siguen inyectando de manera inorgánica (sin contraprestación en bienes o servicios) en la economía, el valor del dólar sigue derrumbándose frente al euro y el yen.
Comentaba recientemente con una compañera de clases, que no descarto una inflación cercana a los dos dígitos en USA, quizás este mismo año, eso si, la cifra la darían a conocer después de las elecciones. Estaremos atentos desde estadística bursatil al tema de las inyecciones e inflación, pues lo consideramos, en los actuales momentos, con una gran influencia sobre el devenir de los mercados
Quien esto escribe, vivió algunos años en un país con inflación permanente de dos dígitos, llegando en ocasiones al 88% (si, ochenta y ocho por ciento) anual. Aunque el mundo no se acaba, vivir en medio de semejante inflación, requiere una estrategia económica distinta adaptada a esa dinámica.
Pero no estamos hablando de una empresa cualquiera, no estamos hablando de que el ultramarinos de la esquina cerró. Estamos hablando de los principales y más importantes entes financieros del mundo, en los que de manera directa e indirecta millones de personas tienen los ahorros de su vida y los fondos de su jubilación, cuya caída, cierre e incluso rumores de iliquidez pueden hacer tambalear el mismísimo sistema económico actual. Y no hablar de las consecuencias sociales que todos estos hechos pueden generar, lo cual, más que un reportillo aparte, daría casi para un ensayo.
Ante esta minucia, entendemos la desesperación de la Fed y de los principales Bancos Centrales y vemos como el temor a la inflación, que se quiera o no tal inyección de liquidez y la reducción de tipos va a generar, pasan a segundo término.
Con las tasas de interés en descenso y la maquina de imprimir dólares produciendo los cientos de miles de millones de dólares que las autoridades siguen inyectando de manera inorgánica (sin contraprestación en bienes o servicios) en la economía, el valor del dólar sigue derrumbándose frente al euro y el yen.
Comentaba recientemente con una compañera de clases, que no descarto una inflación cercana a los dos dígitos en USA, quizás este mismo año, eso si, la cifra la darían a conocer después de las elecciones. Estaremos atentos desde estadística bursatil al tema de las inyecciones e inflación, pues lo consideramos, en los actuales momentos, con una gran influencia sobre el devenir de los mercados
Quien esto escribe, vivió algunos años en un país con inflación permanente de dos dígitos, llegando en ocasiones al 88% (si, ochenta y ocho por ciento) anual. Aunque el mundo no se acaba, vivir en medio de semejante inflación, requiere una estrategia económica distinta adaptada a esa dinámica.
Esperemos que no nos toque, por el bien de todos. Veremos...